Amado hijo, amada hija:
Veo esa encrucijada frente a ti. Las opciones que analizas una y otra vez. El temor a equivocarte que te paraliza. La presión de elegir correctamente que sientes sobre tus hombros.
En Proverbios 3:5-6 te dejé esta promesa: “Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas.“
No es casualidad que este mensaje llegue a ti hoy. La decisión que enfrentas no me toma por sorpresa.
Cuando la confusión nubla tu mente, cuando los pros y contras se mezclan hasta marearte, cuando temes arrepentirte mañana de lo que elijas hoy, recuerda: No tienes que decidir solo desde tu limitada perspectiva.
Mi sabiduría está disponible para ti. No como fórmula mágica, sino como luz que ilumina el siguiente paso.
Busca la paz interior más que la certeza absoluta. La paz es mi firma en tus decisiones. Cuando sientas esa calma profunda, aun en medio de la incertidumbre, sabrás que estoy confirmando tu camino.
Y si te equivocas—porque eres humano y eso ocurre—no hay error tan grande que mi gracia no pueda redimir. No hay desvío tan pronunciado que no podamos corregir juntos.
Tu futuro no depende de una sola decisión perfecta, sino de a quién sigues en cada elección que haces.
Avanza con confianza. Estoy contigo en cada alternativa que consideras.
—Quien ve el camino completo desde el principio